El pasado 28 de noviembre nos dejó nuestro amigo, compañero y profesor de la escuela Jose Antonio después de luchar varios años con una grave enfermedad. Durante la convalecencia de estos años fue un ejemplo de fuerza, valentía y alegría que inundó a todos sus alumnos y compañeros. Aún cuando estaba con desagradables secuelas de las operaciones que tuvo que soportar, nunca se mostro como víctima ni mostró dolor a los que le rodeábamos sino que bromeó y mostró optimismo y alegría aún siendo muy consciente de su dura realidad y destino.
Con la música y su guitarra siempre omnipresente transmitía la alegría de vivir y de tener la suerte de hacer lo que mas le gustaba, que era tocar y compartirlo con todo el que estuviese cerca, desde un alumno pequeño con su pequeña guitarra eléctrica hasta un profesional, se emocionaba al hablar de un programa informático musical o de una compleja sucesión de acordes. Por todo ello nos demostró su madurez como persona y músico querido por todos.
Llegó a la escuela junto a Rafa gran amigo suyo y también por un tiempo profesor de la escuela hasta su jubilación, gran pianista. Al llegar me dijo que nunca había dado clases pero que tenía un montón de ideas y proyectos para desarrollar pedagógicamente, programas informáticos desarrollados por el para enseñar el lenguaje musical y la guitarra, además de un tratado de armonía que tenía en mente. Venía de una larga carrera que le hizo recorrer el mundo como músico de directos y estudio acompañando a los cantantes mas famosos de la música pop, desde Rafael a Rocío Jurado o Paloma San Basilio y muchísimos otros de una larga lista, yo creo que todos los famosos de su época. Hizo muchas galas para televisión y tuvo su propio estudio de grabación: “Producciones Edén” en el que hizo también mucha música para publicidad.
A pesar de no haberse dedicado a la enseñanza hasta ese momento, dedicó estos últimos años de su vida a ello en nuestra escuela y se convirtió a mi juicio en un gran docente, de los mejores profesores que he conocido en mi experiencia, con una inmensa capacidad de trabajo y comunicación con todo tipo de alumnos y sus familias, también con sus colegas profesores.
Nos ofreció clases de: guitarra clásica y eléctrica, bajo eléctrico, lenguaje musical, armonía y arreglos, informática musical y combos. Tuvo una enorme aceptación, fidelidad y cariño por parte de todos sus alumnos, además de por sus conocimientos también por su enorme corazón y cariño.
Participó, colaboró y se involucró con gran generosidad en las actividades musicales y no musicales de la vida de nuestra escuela de música, compartiendo, ofreciéndose y trabajando con los compañeros siempre que se lo pedíamos y además nos ofreció su amistad en la vida no profesional, fuera del horario de clases. Su compromiso era total y sincero.
Nos deja una huella imborrable y se nos queda un hueco irremplazable en Aula de Músicas. Su clase será siempre un espacio de recuerdo íntimo para todos y cada vez que pasemos por allí y veamos su sombrero, una vez superada la tristeza del duelo, nos asaltará una sonrisa, la que nos dejó en el corazón en forma de semilla, creciendo para siempre en nuestro vivo recuerdo.
En Aula de Músicas pondremos a disposición de todos un libro de condolencias para entregárselo a sus hijas Isabel y Estela. Lo queremos hacer en un concierto homenaje cuando se pueda, ya que ahora la pandemia no nos ha dejado honrarle.
Las últimas palabras que crucé con el fueron el pasado jueves 26 de noviembre, dos días antes de su despedida y fueron a través de whatapp´s , en ellas me decía que después de haber pasado unos días débil y haber tenido que suspender las clases por la quimio: “…vuelvo a la docencia. Me encuentro mucho mejor. Las muestras de cariño de los mensajes de audio de los pequeños, me han emocionado. Y los mayores igual. Parece que no hacemos muy mal las cosas. Adelante Aula!!!”.
Así era Jose Antonio, incombustible.